BALL PAGÉS

BAILES TÍPICOS DE IBIZA

Ibiza esta en fiestas, y por tanto se dará la oportunidad de poder presenciar el folclore de esta isla que es una suerte haber conservado y que no es ni siquiera parecido al de ninguna otra isla Balear. El folclore de Ibiza y Formentera es algo único y que sus orígenes se pierden en el tiempo, seguramente conservando aspectos púnicos y arabes o incluso más primitivos.

Se compone especialmente de tres bailes principales. Sa Curta (la corta) de movimientos lentos y que bailan personas de mas edad, seguidamente termina con Sa Llarga (la larga) y que es el baile principal.

Sa Llarga es un baile alegre y rápido de grandes saltos por parte del hombre alrededor de la mujer. Tal vez ella representa la luna, por eso da vueltas alrededor del hombre, procurando no darle la espalda.

El baile nupcial se llamaba "ses tretze rodades", el 13, es un número que hace referencia a la luna. Con el tiempo se cambió al 12 y en algunas versiones se le llama "ses nou rodades", número el nueve que también tiene vinculaciones con el satélite de la luna. Pasar del trece al doce, fué debido a la superstición y a la mala fama del número 13, a favor del doce (número de apostoles y un número muy apreciado en la Ibiza antigua). Los collares más estrechos de la "emprendada" (conjunto de collares, e imagenes religiosas, botones y anillos de oro) se pasan nueve o doce veces (antiguamente trece).

En ses dotze ó nou rodades la pareja protagonista en una boda, se toca primero los codos y luego las manos ella con los anillos y las castañuelas él, y mientras se tocan van dando vueltas. Después de ses nou rodades la música hace un "crescendo" tocando frenéticamente sa llarga y todos los asistentes a la boda se incorporaban nuevamente al baile bailando y dando grandes saltos alrededor de los novios.

La forma del varón al llamar a la mujer a bailar no debe extrañar ni dar suposiciones de rudeza al hacerlo haciendo sonar la castañuela con un golpe. No supone menosprecio ni por parte del hombre ni sumisión por parte de la mujer. Peor era tiempo atrás donde la tradición marcaba que el mejor piropo para las mozas ibicencas era el fogonazo de polvora que el chico echaba al pié de la muchacha con su trabuco, al salir esta de misa, haciendo temblar los cimientos de la iglesia y de la plaza pero que constituia un gran honor para la chica.
Durante todo el baile, la mujer tiene un papel inexpresivo, puede parecer incluso sumiso, va dando vueltas alrededor del varón, mirando cabizbaja y meditativa como si estuviese ajena a todo lo que sucede. No hace caso de los saltos del hombre y solo hace una mínima reverencia al hombre, cuando al terminar el baile el varón se arrodilla con gesto de respeto hacia ella, dando por terminado el baile para la pareja.